viernes, 13 de agosto de 2010

Anillo cubista


No hay caso. Por más que intente recrear, al modelar con mis propias manos, la intención de los movimientos que esa Lola Mora dejó en mi cuerpo, nada es lo mismo. No soy buena para las copias apócrifas y, como todos -salvo los falsificadores-, prefiero los originales.
Recuerdo aquel anillo cubista en su dedo meñique y eso me retrotrae a las horas en que me quedé, absorta, contemplando ese cuadro. Meditando y observando. Ella fue, por unos instantes, mi Señorita de Avignon. Pude ver, al mismo tiempo, todos sus ángulos desnudos, sus convexidades y concavidades externas e internas.
Pero el tiempo corrió y ya nada queda de ese Picasso. Y mi recuerdo devino un Mondrian. Plano y con exactos colores primarios, blancos y negros. Todo se ha vuelto pura abstracción. Líneas rectas que representan lo que se debe seguir, lo que se debe hacer. Lo que se debe aceptar, sobre todo.
Y mi cerebro se ha vuelto un Escher. Blanco y negro, simetrías sin sentido, torres imponentes que de lo único que hablan es de silencios. Y escaleras que descienden y ascienden a la vez, sin objetivo alguno.

martes, 10 de agosto de 2010

Construcción del hecho


Lo que para mi diario fue una nota de tapa,
para el suyo fue una nota al pie.
Mientras el mío quería hablar de cómos y porqués,
el suyo se limitó al cuándo, dónde y qué.

El mío quiso profundizar un caso complejo,
y el suyo lo cubrió como un suceso de coyuntura.
El mío se trasladó al lugar de los hechos,
el suyo refritó notas cambiándoles la estructura.

Las letras del mío fueron impresas con tinta indeleble
y las del suyo dejaron rastros negruzcos en mis dedos.
Voy al archivo y me amargo con nuestra realidad construida
y tomo la determinación de empezar de nuevo.

Basta de empaparme de realidad,
mejor me dedico a escribir el horóscopo.

viernes, 6 de agosto de 2010

Conservación


Cuando las brillantes y escasas perlas
brotan por esta rendija -a cuyo nombre dieron origen-,
no traen más que miseria para todos mis resquicios
y riqueza tan sólo a unos pocos de este,
mi mundo autónomo.

Y la voz de la conciencia
-¿colectiva, individual?-
retumba en los oídos que padecen
la abundancia, pero por no poseerla.

"Dejen de congelar instantes, de frizar,
para el consumo futuro,
momentos que ya están putrefactos".
Y añade: "Pero sí, vuélvanse frívolos,
hasta quemar a la inversa".

La voz prosigue: "A mayor graduación
con símbolo negativo, a la izquierda de ese agujero
-que anula toda tendencia y profundiza toda tibieza-,
mejor".

"Dejen de congelar estímulos
que alguna vez emanaron vapor y quemaron sus lenguas.
Pero vuélvanse fríos.
Fríos hasta olvidar qué significa la palabra calor".

"Dejen de restaurar sensaciones
milenarias
que ya se resquebrajaron
en mil pedazos
por todas las partículas de sus cuerpos".

"Y una última sugerencia -susurra-.
Dejen de desenterrar, de sus fosas remotas,
cuerpos que el pasado ya dejó inertes.
Y dejen de tirar flores sobre esos cadáveres,
que también a ellas les llegará pronto la hora de serlo".

lunes, 2 de agosto de 2010

Pecera II

Y pensar que pensaba que el salto era imposible de pegar. Y pensar que pensaba que los vidrios de esa pecera eran blindados, que nunca me atrevería a franquearlos. Y sin embargo, cuán adaptable fui a ese nuevo hábitat. A esas aguas tan remotas, cálidas y dulces. Y me encontré ahí, con ese ser homónimo. Me invitó al sitio desde el cual me miraba todas las noches a través de su pecera. El sitio que yo miraba todas las noches desde la mía.
Y fue por esos días que olvidamos nuestros orígenes, nuestras escamas se confundieron y mis tráqueas respiraron del mismo oxígeno que las suyas. Y fue por esos días que vivimos como si nuestro hábitat natural fuera ese lecho tibio de piedras blancas.
Ahora que regresé a mi habitual pecera, hallé esas aguas turbias, diferentes. Algo me perturba, quizás el hecho de volver a desear esas aguas, a añorar, a mirar a lo lejos a través del cristal nuevamente. Nuevamente blindado. Nuevamente infranqueable. Quizás este encierro -sofocante, a presión, profundo- sea efímero. Quizás no. Por ahora, vuelvo a encontrarme en mis aguas saladas y congeladas. Vuelvo a recostarme sola en mi lecho de piedras húmedas e inertes.
Qué suerte que, inmersa en el agua, no se vean las lágrimas.

jueves, 29 de julio de 2010

Péndulo

Atentar día a día contra mis supuestos ad hoc me hace visualizar lo poco ciegas que pueden llegar a ser mis realistas conjeturas y lo arriesgadas que pueden llegar a ser mis acciones, que las ignoran. Porque odio aferrarme a la realidad, amo desprenderme e ir flotando entre los dos mundos, justo en el medio, entre la rígida madera y el volátil éter. Me gusta hacer de cada día un fragmento que parezca extraído de la vida de otras personas. Me gusta que no haya cohesión interna entre mis distintas semanas, incluso entre los días de esas semanas, incluso entre las horas de esos días. Cada año es un mundo aparte. Yo me reciclo pero debo someterme a mi material de base, memoria RAM que existe, desgraciadamente. O no. Soy papel que se vuelve acartonado, pero sigue siendo papel, que luego vuelve a ser blando, sumergido en agua y lavandina para borrar rígidas tintas. Pero nuevas rigideces se impondrán. No se pueden borrar los diseños de mis columnas corintias, tallados con cinceles civilizados. Quiero ser barbarie y vuelvo con la cabeza gacha a la civilización. Este es el ir y venir de mis días. El ir y venir de un péndulo que nunca llega a detenerse, que va de un extremo a otro, pero nunca consigue la estabilidad.

jueves, 15 de julio de 2010

Pecera



Mira fijo la pecera electrónica que comunica a ese mundo virtual, lejano. ¿Debería atravesar el vidrio o mantener la monótona rutina de la vida acuática dentro de la pecera? Sabía de los peligros del mundo que allí afuera le esperaban, de las redes, de los mediomundos que podían apresarla al nadar, libre, en el mar abierto de la realidad. Lo sabía, sí. Pero era obstinada. Era impulsiva. Era aventurera, sobre todo.
Ya se había cansado de esas aguas saladas, costeras, con las que llenaban su diminuto hábitat. Quería conocer esos ríos no virtuales de aguas dulces, tan remotas.
Sólo bastaba dejar de observar la pecera. Sólo había que dar el primer salto hacia afuera e inspirar un poco de oxígeno.

sábado, 3 de julio de 2010

Danza

Tu lengua cosquillea mis entrañas. Piel, músculos, tejidos, órganos, venas y sangre celebran en mi cuerpo una danza folclórica pero a la vez foránea, intercultural, compartida. Labios, lengua, dientes y manos son los artífices de la original danza, conocida sólo dentro de los límites de nuestras propias fronteras.
Cuando un hecho natural, instintivo y salvaje hace un pasaje al mundo de la cultura, puede transformarse en una convención, como lo fue la prohibición del incesto, según el ahora difunto aunque eterno Lévi-Strauss. Pero en nuestros territorios se realiza el movimiento inverso: lo cultural regresa al campo de lo natural.
Las fronteras, aunque traspasadas, se mantienen custodiadas. Toco tu cuello, piso territorio ajeno. Vacilo. Puedo avanzar. Arrastro lentamente algunos pasos. Mientras, vos debés estar pensando en las mismas estrategias. ¿Se puede recurrir a alguna táctica que no sea convencional? Quizás no. El secreto es la manera, no el objeto. El secreto es el sujeto y sus maneras. Y así lo cultural deviene natural, hasta genético, propio de cada ser.
Y así, nuestros muros berlineses se derriban. Y así, después de la devastación de nuestras tierras se pueden construir megápolis. Y así, nuestras culturas se mezclan para elaborar danzas que unen nuestras fronteras corporales, danzas folclóricas pero foráneas a la vez. Y así nos enriquecemos mutuamente.

domingo, 27 de junio de 2010

Autoestimulación

Recupero mil placeres con mi hemisferio izquierdo. Luego, del otro lado, nada consigue sorprenderme. Todo es puro suspenso, porque puedo anticipar lo que vendrá, pero no de qué manera lo hará ni qué vendrá luego. Tan abstraída de todo y, a la vez, tan encarnada mentalmente, las vivencias auténticas nunca logran sorprenderme. Todo está bien adentro,
recuperado de un afuera. Luego, cuando hay afuera, nada revoluciona mis adentros. Mi placer es mi mente. Mi mente es mis ojos. Mis ojos son pura fachada. Pero las fachadas sólo me fascinan si las reconstruyo con la mente. Podría no depender de nada ni de nadie y elaborar, con negativos cerebrales y técnicas aprendidas empíricamente, todo un proyecto de film autobiográfico. Con guiones de conversaciones ya tenidas y actores -conocidos por mí, o no- podría (re)elaborar sensaciones para deleitarme, sola. Podría extraer escenas de relaciones obsoletas y el tacto de alguien aplastado por el tiempo para armar largometrajes dramáticos, pornográficos. Podría dejar de vivir y volverme mera espectadora. Podría dejar de actuar y sólo elaborar, sólo ser directora. Podría fascinarme con comunidades excéntricas, lujuriosas, sedientas, y seguir siendo un solitario y egocéntrico coleccionista que adora su cuidada filmoteca. Pero espero mucho más.

miércoles, 23 de junio de 2010

Toquemos

Me desvivo por los dos. Tanto por ella como por él. El olor corporal que desprenden, la temperatura de sus cálidos cuerpos. Me encanta llegar a la habitación y que se presten al juego de a tres. No me dicen nada. Ellos continúan interactuando entre sí y, de vez en cuando, en ese ambiente envolvente, me inmiscuyo entre sus caricias, me apoyo sobre sus cuerpos sudados.
Ellos se dicen palabras incomprensibles al oído, gimen, se lamen todas las partes. A mí me excita, sobre todo, besar sus muslos. Carnosos, tibios, en movimiento. Me detengo a pensar en esa sangre que hierve por dentro, que bombea hacia sus sexos, que comparten conmigo.
El verano y la humedad es mi clima predilecto para desempeñarme en este tipo de encuentros. En el invierno prefiero no salir, sufro mucho el frío. Y, además, ellos se tapan con muchas frazadas y todo es más acartonado, mucho menos libre.
Ella, sin vellos en las piernas, me gusta un poco más que él. Me gusta posarme sobre su piel lisa, recorrerla, dejar mi marca sobre ella. Y ella se deja.
Él es más difícil, se concentra mucho en ella, en satisfacerla. Se mueve en demasía. Me cuesta más con él. Pero los desafíos tienen lo suyo.
La habitación es amplia. A veces, me gusta tan sólo observar. Apoyarme sobre alguna pared y mirar. Planear nuevas estrategias para llegar hacia ellos de manera original. Y a ellos les encanta ser observados, son bastante exhibicionistas.
Pero odio cuando se cansan de mi presencia, se echan encima ese perfume horrendo, fuertísimo, y él se levanta a buscar un espiral.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Condonados machos




La mujer tiene la forma de un profiláctico. Algunos lo piensan. No todos lo dicen.

El manual de instrucciones que ellos siguen es básico. No todos siguen los pasos al pie de la letra. Pero, de alguna manera, siempre son contemplados.

El siguiente es un resumen simplificado de las reglas de oro.

1) Preparar el terreno. Todo acercamiento debe ser sumamente cuidadoso: otorgarle confianza a la dama para que se sienta segura. La PROTECCIÓN es la premisa fundamental.

2) Una vez que se ha comprobado que se puede seguir adelante, ABRIR el envoltorio. Paralelamente, ABRIR las piernas de la dama.

3) El ámbito de confianza hace propicio el encuentro. El miembro masculino, protegido. La mujer, también.

4) Ha llegado la hora de la acción. A disfrutar que todo puede ser fugaz. Demasiado fugaz.

5) Lo potencialmente fugaz ha sido, en efecto, demasiado fugaz.

6) Retire toda protección, todo aquello que pudo haberle otorgado a la dama sensación de seguridad.

7) Haga de cuenta que la involucrada es de látex. Flexible e insensible.

8)Deseche TODO aquello que no se pueda volver a utilizar. La mujer incluida.

miércoles, 21 de abril de 2010

Espacios vacíos


Penetró, bien profundo.
Puñal firme, a la deriva.
¿Duele? ¿Molesta?
Quizás un poco.
¿Le gustó, aunque sea?
...
¿Sintió algo?
Abandono.

jueves, 4 de marzo de 2010

Contra/dicción


Cortó el frágil cordón
que el ficticio equilibrio sostenía.
Se deshizo de las imágenes
velando las viejas diapositivas.
Con tijeras cerebrales
editó los excesos de historia vivida.
Y sólo quedó el mínimo indicio
en la escena de esa vida.
Siempre esperando más depositó,
en un tablero con agujeros, sus fichas.
Elaboró tejidos mentales
que decodificados nunca serían.
Inhaló el humo polucionado
y escupió pedazos de memorias limpias.
Enhebró agujas con lana
para cocer finas puntillas.
Esperó de pie y se sentó
cuando correr debía.
Su sangre brotó y arterias
con agua salada y fría
cerraron las inundadas
e internas heridas,
y dulces surcos fluviales
se abrieron paso por las mejillas.
Sacudió mundos enteros
y a un nuevo mundo dio la bienvenida.