
Y fue por esos días que olvidamos nuestros orígenes, nuestras escamas se confundieron y mis tráqueas respiraron del mismo oxígeno que las suyas. Y fue por esos días que vivimos como si nuestro hábitat natural fuera ese lecho tibio de piedras blancas.
Ahora que regresé a mi habitual pecera, hallé esas aguas turbias, diferentes. Algo me perturba, quizás el hecho de volver a desear esas aguas, a añorar, a mirar a lo lejos a través del cristal nuevamente. Nuevamente blindado. Nuevamente infranqueable. Quizás este encierro -sofocante, a presión, profundo- sea efímero. Quizás no. Por ahora, vuelvo a encontrarme en mis aguas saladas y congeladas. Vuelvo a recostarme sola en mi lecho de piedras húmedas e inertes.
Qué suerte que, inmersa en el agua, no se vean las lágrimas.
Mi pecera es un poco menos cálida, si te sirve de consuelo,pero está blindada, tanto que añora olvidar
ResponderEliminarGracias, quizás sea un consuelo. Pero ambas siguen estando frías y blindadas. Por ahora.
ResponderEliminarHay que hacer algo para remediarlo, esto np puede estar sucediendo ;) un besote
ResponderEliminar