
jueves, 29 de julio de 2010
Péndulo

jueves, 15 de julio de 2010
Pecera
Mira fijo la pecera electrónica que comunica a ese mundo virtual, lejano. ¿Debería atravesar el vidrio o mantener la monótona rutina de la vida acuática dentro de la pecera? Sabía de los peligros del mundo que allí afuera le esperaban, de las redes, de los mediomundos que podían apresarla al nadar, libre, en el mar abierto de la realidad. Lo sabía, sí. Pero era obstinada. Era impulsiva. Era aventurera, sobre todo.
Ya se había cansado de esas aguas saladas, costeras, con las que llenaban su diminuto hábitat. Quería conocer esos ríos no virtuales de aguas dulces, tan remotas.
Sólo bastaba dejar de observar la pecera. Sólo había que dar el primer salto hacia afuera e inspirar un poco de oxígeno.
Ya se había cansado de esas aguas saladas, costeras, con las que llenaban su diminuto hábitat. Quería conocer esos ríos no virtuales de aguas dulces, tan remotas.
Sólo bastaba dejar de observar la pecera. Sólo había que dar el primer salto hacia afuera e inspirar un poco de oxígeno.
sábado, 3 de julio de 2010
Danza

Cuando un hecho natural, instintivo y salvaje hace un pasaje al mundo de la cultura, puede transformarse en una convención, como lo fue la prohibición del incesto, según el ahora difunto aunque eterno Lévi-Strauss. Pero en nuestros territorios se realiza el movimiento inverso: lo cultural regresa al campo de lo natural.
Las fronteras, aunque traspasadas, se mantienen custodiadas. Toco tu cuello, piso territorio ajeno. Vacilo. Puedo avanzar. Arrastro lentamente algunos pasos. Mientras, vos debés estar pensando en las mismas estrategias. ¿Se puede recurrir a alguna táctica que no sea convencional? Quizás no. El secreto es la manera, no el objeto. El secreto es el sujeto y sus maneras. Y así lo cultural deviene natural, hasta genético, propio de cada ser.
Y así, nuestros muros berlineses se derriban. Y así, después de la devastación de nuestras tierras se pueden construir megápolis. Y así, nuestras culturas se mezclan para elaborar danzas que unen nuestras fronteras corporales, danzas folclóricas pero foráneas a la vez. Y así nos enriquecemos mutuamente.
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